A menudo, en las fiestas (a las que evito concurrir siempre que puedo) alguien me da un fuerte apretón de manos, sonriendo, y después me dice, con aire de jubilosa conspiración: "Sabe, siempre he deseado escribir."
Antes, yo trataba de ser amable.
Ahora, contesto con la misma regocijada excitación: "Sabe, siempre he deseado ser neurocirujano."
Me miran con perplejidad. No importa. Últimamente circula por el mundo mucha gente perpleja.
Si quieres escribir, escribes.
Sólo escribiendo se aprende a escribir. Y ése, en cambio, no es un buen sistema para enfrentarse a la neurocirugía.
-JOHN D. MACDONALD-

lunes, 22 de noviembre de 2010

V de Vendetta (I)

En esta noche tan prometedora, permíteme que en lugar del banal sobrenombre sugiera el carácter de esta dramatis persona.

Voilà!
A primera vista, un humilde veterano de vodevil en el papel de víctima y villano por vicisitudes del destino. Este visage, ya no mas velo de vanidad, es un vestigio de la vox populi, ahora vacua, desvanecida. Sin embargo, esta valerosa visión de una extinta vejación se siente revivida y ha hecho voto de vencer el vil veneno de estas víboras en avanzada que velan por los violentos viciosos y por la violación de la voluntad.



El único veredicto es venganza, vendetta, como voto, y no en vano, pues la valía y veracidad de esta un día vindicara al vigilante y al virtuoso.

La verdad, esta vichyssoise de verborrea se está volviendo muy verbosa, así que solo añadiré que es un verdadero placer conocerte, y que puedes llamarme V.

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